Susana Harp
LATIN/WORLD MUSICBooking para México
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Si algo define la trayectoria musical de Susana Harp es la incansable búsqueda de las raíces sonoras de nuestro país. Por ello, al escucharla, su voz se queda en nuestros corazones evocando los sones más tradicionales, nos arrulla con cantos de cuna, nos invita a los fandangos y nos enamora con boleros. Retoma los corridos afromestizos, recuerda a los que se han ido y hace que bailemos el danzón… En pocas palabras, quien se atreve a escucharla no volverá a sentir igual la piel mexicana. Todo inició en su natal Oaxaca con su producción: Xquenda (1997), un proyecto arqueológico, al tiempo que musical. Lingüístico pero también festivo, nacional y universal a la vez. A través de la búsqueda en los archivos sonoros de su tierra nos permitió un sorbo de canciones que van desde 1850 hasta el final del siglo XX, en español y en zapoteco. Así trazaba su carrera y promovía un interesante, diverso y dignificante destino de la lírica nacional. Cantando en ocho lenguas indígenas y en español, Susana Harp ha delineado un proyecto de vida que no conoce límites sonoros. Oírla es echar raíz en nuestro corazón que suena lo mismo a fandango que a bolero, corrido o danzón, a suspiro y arrullo, a latido polifónico… Con once discos propios y varios proyectos colectivos, Susana Harp es referente obligado en la música contemporánea Mexicana. Su voz se ha vuelto imprescindible en la escena musical de nuestro país y de otros donde ha sido invitada a expresarse con el repertorio popular nacional. Comprometida con el rescate y la promoción de nuestra música, es directora de la Asociación Cultural Xquenda A.C., con la que ha apoyado a más de 50 proyectos culturales, tanto de artistas independientes como de comunidades indígenas. A 18 años de su primera producción, y entregada a la música, Susana Harp no es sólo es una cantante convencida de las voces que la habitan y la llevan a explorar en su patria; sino también la tejedora de sueños musicales que navega en las sensaciones de quienes la escuchan, logrando un conjuro: seducirnos para no volver a soñar igual.
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